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Fimosis en niños y adolescentes

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Sugerencias

   Entendemos por fimosis la dificultad o imposibilidad para la retracción de la piel prepucial, esto es, de la piel que recubre el extremo del pene o glande. No debe confundirse con la presencia de adherencias balanoprepuciales (entre la piel del prepucio y el glande del pene) que son muy frecuentes en niños y que son independientes de la presencia o ausencia de fimosis. Estas adherencias deben ir liberándose progresivamente desde la infancia con objeto de facilitar la higiene del pene. En algunos niños estas adherencias se acompañan de una estrechez en la piel del prepucio que produce un intenso dolor al intentar de retraer esta piel y que en ocasiones hace que los niños cuando pretenden miccionar presenten antes de la salida de la orina una "hinchazón" del prepucio. En casos más leves solo presentarán dolor al intentar retirar el prepucio para limpiar el glande.

   La fimosis supone un problema tanto funcional (imposibilidad para mantener una relación sexual satisfactoria) como, fundamentalmente en los niños, de higiene. La ausencia de limpieza del pene provoca el acúmulo entre la piel y el glande de una secrección fisiológica que se denomina esmegma y que con frecuencia se sobreinfecta dando lugar a las balanitis: infecciones locales dolorosas y con frecuencia con presencia de pus.

   Las fimosis pueden corregirse quirúrgicamente mediante 2 técnicas: la clásica o circuncisión (eliminar toda la piel del prepucio dejando el glande expuesto al roce) o la más actual o prepucioplastia de Duhamel (dilatación del segmento estrecho que impide retraer la piel). La elección de una u otra técnica dependerá de las características personales de cada niño aunque, en general, el postoperatorio de la circuncisión es más molesto y el resultado menos estético que cuando realizamos una prepucioplastia; sin embargo en los casos de infecciones locales o infecciones urinarias de repetición es más recomendable la primera.

   Esta intervención no está indicada antes del año de edad (para minimizar el riesgo anestésico) salvo en niños con infecciones de repetición o en los casos de indicación por motivos culturales (como ocurre por ejemplo en la población judía en que es tradición circuncidar a los recién nacidos como parte de un ritual religioso). Dado que la incidencia de balanitis es significativamente mayor a partir de los 3 años, y por el bajo riesgo de las técnicas empleadas, no es conveniente esperar a la aparición de infecciones para solventar la presencia de una fimosis.

   Generalmente se realiza con anestesia local y sedación para garantizar la colaboración del enfermo. En adolescentes colaboradores puede realizarse con anestesia local únicamente.

Dr. Ricardo Diez García

Especialista en Cirugía Pediátrica

Fecha de última revisión: 2004

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