saludinfantil.com Prevención del síndrome de muerte súbita del lactante |
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El síndrome de la muerte súbita del lactante se define como "la muerte súbita de un niño menor de un año de edad a la cual no se encuentra explicación después de una investigación minuciosa del caso, incluyendo la realización de una autopsia completa, el examen de la escena del fallecimiento y la revisión de la historia clínica". Es la primera causa de muerte postnatal (entre el mes y el año de vida) en los países desarrollados, suponiendo un 40-50% de dicha mortalidad. La frecuencia varía de unos países a otros, relacionándose con su grado de desarrollo. En España se asume una tasa intermedia aproximada del 2 por mil. Existe un predominio del sexo masculino con respecto al femenino (3 a 2). La máxima incidencia se produce entre los 2 y 3 meses de edad, siendo poco frecuentes los casos antes de las 2 semanas y después de los 6 meses. La gran mayoría de los casos ocurren entre la medianoche y las 9 de la mañana. Durante los meses fríos y húmedos, la incidencia es el doble respecto a los cálidos y secos. Factores de riesgo asociados a) Tabaquismo materno. Desde la generalización del consejo de dormir a los bebés en decúbito supino (bocarriba) es actualmente el mayor factor de riesgo, atribuyéndosele el 50% de los casos de muerte súbita. Implica al tabaquismo durante la gestación y después del parto. Se ha comprobado el aumento del riesgo en relación con la intensidad del consumo y con la presencia de otros fumadores en el hogar. También se han aportado pruebas en favor de un aumento del riesgo por la asociación del tabaquismo materno con compartir la cama con el niño. b) Ser fruto de la cuarta gestación o más, el intervalo entre gestaciones, el consumo de drogas psicotropas, café y alcohol, y la ausencia de pareja estable se asocian a un riesgo ligeramente mayor en algunos estudios. Esta asociación parece no ser independiente de otras variables socioeconómicas relacionadas, como el nivel de educación, la calidad de la vivienda, la edad materna y otras que se acumulan en determinados grupos de población, en los que la falta de cuidados y el maltrato pueden ser más frecuentes. c) Antecedente de hermano fallecido por muerte súbita. El riesgo de recurrencia en hijos posteriores se ha estimado que es 5 veces (entre 2 y 10 veces) la incidencia de la población general. En los gemelos existe un riesgo de hasta el 4% en las primeras 24 horas después del fallecimiento del hermano. Pasado ese tiempo el riesgo es igual que el de los hermanos en general. d) Prematuridad y bajo peso al nacer. Solo el 18% de los afectados son recién nacidos de bajo peso o prematuros. Se confirma en todos los estudios una asociación inversa muy significativa entre el muerte súbita y el peso inferior a 2.500 g al nacimiento. e) Factores socioeconómicos y demográficos. El bajo nivel socioeconómico es uno de los factores de riesgo más establecidos. En las sociedades occidentales las madres con un primer hijo en la adolescencia y las madres sin pareja estable o solteras también tienen mayor riesgo. f) Postura del lactante en la cuna. El decúbito prono durante el sueño (dormir bocabajo) se ha asociado fuertemente con muerte súbita en múltiples estudios. El decúbito lateral también presenta mayor riesgo (6,57 veces) que el decúbito supino. La presencia de colchones blandos también favorece la aparición del síndrome de muerte súbita. g) Arropamiento excesivo y sobrecalentamiento en la cuna. El sobrecalentamiento se ha asociado con mayor riesgo, especialmente si se cubre la cabeza y si el niño tiene una enfermedad febril. h) No se ha encontrado relación con el reflujo gastroesofágico, las alteraciones neurológicas, los tratamientos médicos ni la realización de analítica. La vacunación DTP y la de la polio no sólo no suponen un riesgo, sino que la vacunación correcta es un factor levemente protector. Tampoco se ha encontrado asociación con la hipoxia intrauterina, la alimentación materna ni los antecedentes obstétricos. No se ha encontrado asociación con infecciones respiratorias en las dos semanas previas, diarrea o vómitos. Indicadores de alto riesgo y de monitorización a domicilio
Los monitores domiciliarios son aparatos de sencillo manejo. El sistema más utilizado es el de la impedancia torácica. La alarma de frecuencia cardiaca debe estar en 80 ppm y 240 ppm, y la de apnea en 20 segundos. Antes de iniciarse la monitorización es necesario explicar detalladamente todos los pormenores de la misma a los padres y motivarles positivamente para que adquieran la seguridad y confianza necesarias en la técnica. La respuesta correcta frente a una alarma debe ser el objetivo principal del plan de enseñanza, debiendo aprender los padres desde la estimulación ligera hasta la resucitación cardiopulmonar en función de cómo esté el niño. En general se puede suspender la monitorización entre los 6 y 9 meses, si en los 2 meses previos no hubo apneas reales. En los hermanos de víctimas de muerte súbita se retirará siempre al menos un mes después de la edad a la que falleció el hermano. Consejos prácticos 1.- Evitar la posición en prono durante el sueño hasta los 6 meses de edad. La posición más adecuada es el decúbito supino. El decúbito lateral es inestable y muchos de los niños colocados así acaban en prono. Sólo por una indicación médica específica puede recomendarse el decúbito prono. Es conveniente que la madre conozca esta recomendación antes del parto. 2.- Desaconsejar con firmeza el tabaquismo, muy especialmente a la madre desde el comienzo de la gestación. Se debe insistir también en el consejo antitabáquico a ambos padres desde la primera visita de control del recién nacido. Desaconsejar cualquier exposición al humo del tabaco. Especialmente debe desaconsejarse a la madre fumadora que comparta la cama con el bebé. 3.- Evitar los colchones muy blandos o de lana, los almohadones y cojines, los colgantes al cuello y cualquier otro objeto que pueda provocar asfixia durante el sueño, como cintas o cordones en las inmediaciones de la cuna. 4.- Mantener en la habitación una temperatura de 20 a 22 °C y evitar el arropamiento excesivo, especialmente si el niño tiene fiebre. Dra. Elena Bartolomé Benito Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública Dra. Ana Pastor Gómez Especialista en Pediatría y Neonatología
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Fecha de revisión: 2004 |
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