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Neumonía
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Una neumonía es una infección de un pulmón o de una parte de este. Es una enfermedad común y su pronóstico ha mejorado de manera significativa en los últimos años con las mejoras en los tratamientos antibióticos y en las medidas de sostén y con la aparición de vacunas específicas frente a los gérmenes más agresivos. A pesar de ello sigue siendo una causa importante de muerte particularmente en lactantes y en varones. El tipo y la frecuencia de neumonía varía con la edad y con otros factores como la incidencia estacional de procesos respiratorios de vías altas, factores socioeconómicos y geográficos, el estado nutricional, etc. La presentación clínica es muy variable, aunque típicamente los niños presentan fiebre, disnea (dificultad respiratoria) o taquipnea (aumento de la frecuencia respiratoria), tos y deterioro del estado general. En otras ocasiones sólo presentarán decaimiento y fiebre. Habitualmente la neumonía está precedida de un cuadro catarral generalmente vírico y que presenta un empeoramiento de sus síntomas. Se eleva la temperatura y pueden aparecer tos, vómitos, y alteraciones de la respiración: se vuelve superficial, rápida y hasta quejumbrosa; pueden apreciarse tiraje intercostal y/o aleteo nasal. Tras la sospecha clínica el diagnóstico se confirma mediante una radiografía de tórax pero no hay que olvidar que en las primeras etapas de la enfermedad puede ser normal. El tratamiento podrá ser ambulante en los niños mayores de 3 años y sí el estado general y las condiciones socioeconómicas lo permiten; en los casos graves y en lactantes el tratamiento debe llevarse a cabo en el medio hospitalario. Deberán asegurarse el aporte hídrico y calórico y una adecuada oxigenación; la fisioterapia respiratoria es útil, sobre todo en las fases de recuperación, en lactantes y cuando aparecen complicaciones como derrames o neumotórax; se tratará la fiebre y el malestar; y, en general, no deben administrarse antitusígenos. La causa principal de las neumonías son los virus y por ello la mayoría de las veces no precisan tratamiento antibiótico. En los lactantes, a pesar de la alta incidencia de neumonías víricas, están indicados los antibióticos de amplio espectro; en el resto de los niños la antibioterapia estará dirigida al agente causal sospechoso. Las complicaciones son poco frecuentes pero pueden ser graves. Incluyen la formación de abscesos, el derrame pleural o pericárdico, el neumotórax, la aparición de bronquiectasias, y la sepsis (infección generalizada) entre otras. Dra. Sonia Ramírez Parenteau Especialista en Pediatría Experta en Medicina del Adolescente |
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Fecha de la última actualización: 2004 |
